Santo Domingo.- Este viernes se conmemora el 161 aniversario de la Restauración de República Dominicana, considerada la más contundente prueba de identidad nacional y de definición y afianzamiento de la soberanía nacional.
La también considerada segunda Independencia, evoca una serie de enfrentamientos entre dominicanos y los españoles registrados entre 1861 y 1865.
Luego de proclamada la Independencia Nacional el 27 de febrero del año 1844, Pedro Santana proclamó la Anexión a España, el 18 de abril de 1861.
44 días después de este hecho, estalló la primera protesta en contra de la anexión, conocida en la historia como la Rebelión de Moca, el 2 de mayo de 1861. Dirigida por el coronel José Contreras, a finales de ese mes, ocurrió la Expedición comandada por los generales Francisco del Rosario Sanchez y Jose Maria Cabral, quienes al mando de más de 400 hombres desde Haití penetraron al territorio dominicano por el sur.
Por diversas causas estos hechos de guerra fracasaron y los dirigentes que cayeron prisioneros fueron fusilados en juicios sumarísimos por orden de Santana. Durante el resto de 1861 y la casi totalidad del año siguiente hubo una aparente tranquilidad en el país: la calma que precedía a la tempestad.
Para finales del año 1862, los españoles tenían las sospechas de que estallarían nuevos levantamientos en contra de la anexión debido a la gran cantidad de información que llegaba sobre la formación de grupos y movimientos anti anexionistas. Confiados en las fuerzas del Ejército Español asentado en Santo Domingo, nunca creyeron en la posibilidad de que los enemigos del «orden público», se convirtieron en revolucionarios separatistas.
Para los españoles fue una guerra que no entraba en los planes del Gobierno de la Unión Liberal y sus gobernadores en las Antillas.
La batalla que le devolvió la soberanía y la autonomía al recién nombrado país, República Dominicana, fue desgastante y un completo desastre para los españoles que la enfrentó de una manera errática y sin convencimiento.
Las enfermedades, el calor, los mosquitos, la falta de un ejército enemigo compacto, la descoordinación, el bajo tono moral de la tropa, la falta de abastecimientos, el hambre y la sed fueron las causas de la derrota española en Santo Domingo, y los aliados más distinguidos del ejército dominicano.
La guerra sumergió a España en un gasto y en un endeudamiento generalizado y, dada sus características propias, mermó su prestigio y contingente militar en el Caribe.
Sin estrategias bélicas planeadas y la chispa revolucionaria convertida en un incendio inagotable, el 3 de Febrero de 1863, la población de Neiba liderados por Cayetano Velázquez, se alzaron y atacaron la Comandancia de Armas del pueblo.
Seguido por las batallas simultáneas del 21 de febrero del mismo año en las zonas de Guayubín y se extendió como la pólvora a Sabaneta, Monte Cristi, Las Matas, Puerto Plata y Santiago. El levantamiento, que estaba previsto para el 27 de febrero, se adelantó precipitadamente, ya que uno de sus cabecillas, bajo los efectos del alcohol, irresponsablemente delató los planes del movimiento en una pelea de gallos.
El 22 de febrero Guayubín estaba bajo el mando de los insurrectos y enseguida se habían repartido los puestos militares del ejército revolucionario.
En ese periodo también tomaron Sabaneta y Montecristi, obligando al Gobernador de Santiago, general José Hungría a dejar su puesto. Esta brecha fue aprovechada por los revolucionarios santiagueros, que se levantaron en armas contra las autoridades españolas, pero las tropas españolas mejor dotadas en armas y preparación sofocaron la revolución cibaeña.
Ante la ola de desorden y crisis que vivía la recién anexada República Dominicana al dominio colonial, España promulgó la ley marcial y declaró el estado de sitio de todo el territorio de Santo Domingo.
Para los primeros días de marzo la rebelión estuvo aplacada y neutralizada temporalmente. Se instruyó un proceso sumario contra los cabecillas de la insurrección apresados y fueron sentenciados a muerte unos, y a otras penas los demás.
Luego de estos sucesos, en vez de diluirse el furor anti anexionista, el 16 de agosto el general Santiago Rodríguez junto con 14 dominicanos cruzaron la frontera de Haití e izaron la bandera dominicana en el Cerro de Capotillo, lo que simbólicamente declaró la Guerra de la Restauración. A ellos se le unieron más separatistas
Los ataques de las tropas dominicanas fue violento y lleno de sorpresas, lo que desplazó a las tropas españolas hacía Puerto Plata, Santiago y Samaná, dejando bajas inmensas en las filas españolas.
Al amanecer del 27 de agosto, Puerto Plata fue asaltado por un grupo de más de 1,000 restauradores, el cual se apoderó de la casa de gobierno, logrando cercar a los españoles en el fuerte de la ciudad. En la noche, ellabell fondeo en Puerto Plata sin que los rebeldes repararan en ello
A medida que pasaron los días, el Ejército Español se vio sometido a innumerables necesidades y diariamente en todos los puntos que tenían controlados en el país fueron atacados por los restauradores.
Las enfermedades no cesaron, y el hambre comenzó a devastar a los campamentos españoles. A Finales de julio, el comandante de un vapor mercante que pasó por Puerto Rico, informó a las autoridades que la tropa que guarnecía el fuerte de Monte Cristi carecía de víveres y carne fresca,
encontrándose con muchas penurias y necesidades.
El general De la Gandara, se vio obligado a ordenar el estacionamiento temporero de la tropa en Monte Cristi, y salvo alguna que otra incursión de resistencia, poco a poco he adoptando una política de quietismo y espera.
En España la prensa escrita y las Cortes, cada una en su ámbito de competencia, comenzaron a deliberar sobre la absoluta necesidad de abandonar la República Dominicana.
Era voxpopuli el rotundo fracaso de ese intento colonizador, los gastos que estaba ocasionando y los exiguos resultados para la economía, la política y relaciones internacionales de España.
Así, luego de enconados debates, a favor y en contra de la guerra, el 3 de marzo de 1865 Isabel 11 firmó el decreto que derogó la incorporación dominicana a la Monarquía Española, y en julio de 1865, el alicaido y derrotado Ejército Español comenzó el abandono efectivo de Santo Domingo, Monte Cristi, Samaná y Puerto Plata rumbo a la Península, Cuba o Puerto Rico.